En la víspera de la festividad de
la Purísima Concepción ,
el día 7 de diciembre, el pueblo se llena de hogueras en los diferentes barrios
donde, sobretodo los niños, son los protagonistas quemando los rehiletes. Se fabrican pinchando en una vara de
olivo las hojas de castaño bien prensadas y sujetas por castañas para que no se
desprendan.
El origen de esta tradición es desconocido, además de su simbología
religiosa, con el fuego como elemento purificador, tiene un carácter agrícola, con el final de la recogida de la castaña y la caída de las hojas del
árbol, se fabrican los rehiletes, propiciando en parte la limpieza de los
castañares.
Las semanas previas a la festividad los niños salen al campo con su vara
de olivo y van pinchando las hojas que formarán el rehilete, que una vez
confeccionado hay que dejar secar para que el fuego prenda bien, además en
estas salidas se suele recoger leña que servirá para la candela que tendrá que
estar encendida hasta la madrugada.
A las 19 h. empiezan a encenderse las hogueras en los diferentes
barrios, entre ellos, las más populares son:
Los niños prenden sus rehiletes en la hoguera y con un movimiento circular del brazo los van girando hasta que se queman totalmente produciéndose un efecto de gran belleza. Aunque los protagonistas son los niños, también los mayores queman sus rehiletes y aprovechan las brasas de las candelas para terminar la fiesta con carnes ibéricas y vinos de la zona.
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